Teníamos muchísimas ganas de esta fecha, una de las más esperadas de este año para quienes amamos la vida lenta. Todo preparado: mochilas, snacks, playlist y gasolina. Arrancamos para el SonicBlast dirección Moledo casi por inercia, pero este año, coincidiendo con su décimo aniversario, la edición se emplazaba en Áncora, una pequeña villa que realmente nos sorprendió para bien. Unas playas preciosas, mucho verde y gente de diez. Llegamos a media tarde, dejamos todo en una casa que nos dio la vida durante los cinco días que pasamos allí y sin mucha distracción, fuimos camino del recinto para recoger acreditaciones y comenzar la aventura. Una vez llegamos, se respiraba ya el ambiente y las ganas que todo el mundo tenía de volver a mover las cabezas a ritmo de doom. Sonaba LettheDevil in de Green Lung en mi cabeza abrazando todo lo que venía mientras avanzábamos con el coche entre mucha camiseta de Kyuss y Pentagram. Nos sorprendió la amplitud de la zona pero a la vez lo acogedora que era. En la entrada se adquirían las pulseras, vasos y tokens para consumir dentro del festival y una vez accedías, el recinto de dividía en dos zonas claramente diferenciadas: zona de comidas y Stage 3 y la explanada principal, donde a lo lejos ya se veían los dos mainstage tras pasar por la zona de aseos y merch. Aquí hicimos la primera parada para ver qué habían traído las bandas. Cómo lo echábamos de menos… La segunda parada estaba clara: un par de Sommersby y empezamos.
Día #0
La noche del miércoles sirvió para reconocer el entorno y tomar un aperitivo antes de los platos fuertes. Una bienvenida más que digna para quienes estábamos ya por allí. Éramos poca gente comparado con lo que vimos los días posteriores. Me encantó el ambiente de relax que se respiró durante esa noche. Queríamos ir con cautela pero sin perdernos nada.
Comenzó a sonar un pasaje de art-rock que me recordó mucho a Elder y nos acercamos muy rápido al escenario. Era Temple Fang, banda que me sorprendió gratamente no solo por sus guiños a los alemanes sino por sus partes desérticas en la onda Big ScenicNowhere acercándose continuamente a una Jam eterna que te lleva y no sabes a dónde. Me quedé con ganas de más de este cuarteto holandés, quizás era bueno rescatarlos para un escenario más grande en el futuro. Después llegó el turno de El Perro, pudimos verlos por primera vez pues volvían a tocar el viernes. Esta banda americana venía con muy buena carta de presentación, y es que se trata de una formación liderada por Parker Griggs de Radio Moscow. Buena psicodelia con tintes de soul-funk muy pero que muy bailable. Qué planta y qué estilo sobre el escenario… Por último, destacar a Toxic Shock, una banda de Bélgica que no me esperaba para nada y que consiguió activarme para la hora que era y todo el cansancio acumulado del viaje. Sonido entre Municipal Waste y YouthofToday, enérgicos a raudales, crudos y muy macarras.