Día #1
Comenzamos el jueves con mucha fuerza y nos dirigimos al Stage 3, donde daría comienzo y tendría lugar el cierre cada jornada. Ya había bastante gente y se veía venir una gran afluencia para lo que quedaba de día. Hora de comer y era el turno de la banda portuguesa Pledge, un post hardcore de calidad con toques de emo, voz con mucha identidad y algo de esencia de principios de los 2000. Me recordaron por momentos a Refused y fueron una de las sorpresas del día.
Cambio rápido al Main 2 para ver a Madmess, otra banda local que para quien no la conocíamos, llegamos a pensar que era stoner instrumental hasta que a los 20 minutos de concierto se arrancaron a cantar alguna estrofa.
La verdad que no se echaba de menos la voz. Trío muy compacto con tintes de psych-space pero con una base muy pesada y contundente. A partir de aquí, la tarde se me empezó a pasar muy deprisa… Comenzaron los noruegos TheDevil and thealmighty blues con ****un planting de mucho peso, sonido muy contundente, transportándonos a algún desierto lejano a Oslo, ¡qué calor hacía! Tras ellos, Slomosa me conquistaron con unas armonías cuidadísimas a dos voces que nos hacían avanzar por largos pasajes de stoner en la onda Kyuss con toques piscodélicos hasta llegar a New York City, pues los que venían eran King Buffalo, unos de los más esperados de este primer día. Este trío poderosísimo levantó a las masas que nos apilábamos bajo el sol. Un heavy psych hipnótico que se plantó como un yunque en el escenario. Un setlist muy completo y quizás algo empañado porque tocaron demasiado pronto y la gente aún no estaba del todo activa.
Aún así me sorprendió lo lleno que estaba todo para ser tan solo las seis de la tarde. Buscábamos ya que se escondiese un poco el sol, pero nos quedaba por ver a Meatbodies, una curiosa mezcla de stoner y punk con voces muy afiladas y unas épicas armonías de guitarra que dieron paso a la happyhour del día: W.I.T.C.H. Nos quedamos con ganas de ver a su frontman Chanda que no pudo acudir, pero aún así cumplieron con garantías cogiendo el timón su carismático teclista. La banda de Zambia que nació allá por los años 70 y tras un largo hiatus sigue dando mucha guerra, puso la nota alegre y nos permitió relajarnos un poco para coger fuerzas.
Y falta nos hacía, pues lo que venía después ya eran palabras mayores. Empezamos la noche con Nebula, demostrando que no han pasado los años por ellos. Menudo directo de estos reyes del fuzz. Iba con muchas ganas después de haber escuchado lo último que venían sacando.
Las expectativas estaban muy altas después de su último trabajo grabado en el mismísimo desierto de Mojave… y para nada defraudaron. Sonido cósmico, mucho pedal y la inmensa presencia de un Eddie Glass que se comió el escenario por todas partes. Dejaron el listón alto para quien les sucedía, y no eran otros que los legendarios BrantBjork y Nick Oliveri, acompañados de Ryan Güt a la batería bajo el paraguas de su nueva formación: Stöner. Iba con muchas ganas de ver a esta banda porque la sola presencia de la columna vertebral de Kyuss ya impone bastante. El warm up en el mainstage ya desvió centenas de miradas apartándolas de la actuación de Nebula, y es que la gente estaba deseosa de que estas leyendas comenzasen a tocar.
Lamentablemente, me quedé bastante frío con el sonido de la banda. Apenas se escucharon las voces durante todo el concierto, y los vi bastante flojos y poco carismáticos (a excepción de Goot, y algún momento puntual de Oliveri) sobre el escenario. Me quedo con una de las pocas cosas positivas y es que cerraron, como era de esperar, con “Green Machine”. Tras los californianos, repetía Toxic Shock, que si el día anterior me habían parecido enérgicos y macarras, en esta actuación, donde ascendieron de categoría para tocar en el main 2, me dejaron con la boca aún más abierta. ¡Qué actitud!
Finalmente, tras la fatiga con la que terminamos este concierto, llegó lo que iba a ser una de las actuaciones no solo del día, sino también de todo el festival. Y la medalla es para SLIFT, que cerraron el día con un espectáculo audiovisual sin parangón, más propio de cabezas de cartel de macrofestival que de lo que esperas ver un jueves noche en Praia Ancora. Los franceses dejaron claro que son el presente y el futuro de la escena. Sigue resonando en mi cabeza la intro de “Altitude Lake” acompañada de las proyecciones majestuosas que dejaron prendada a la multitud. Una hora de absoluta barbaridad sonora, donde los de Toulouse caminaron a sus anchas postulando para ser llamados a liderar la nueva orden del space/stoner/art y todas las etiquetas que desees añadir, porque todo lo hicieron de maravilla. Terminé como si hubiese corrido una media maratón con una sensación de plenitud difícil de olvidar.