Día #3
Arrancamos el tercer día (cuarto para quienes llegamos en la apertura) prácticamente en reserva. Mientras nos tomábamos los primeros cafés de la mañana fuimos enterándonos de los cambios que sufría el cartel ese día. Lamentablemente se cancelaban las actuaciones de MythicSunship y El Altar del Holocausto. En sustitución de la banda danesa repetirían los americanos Deathchant, que se habían encargado de cerrar la noche anterior, y para reemplazar a nuestros salmantinos enmascarados favoritos, se adelantaba el concierto de Mr.Miyagi. Una pena no haber disfrutado de estas dos bandas que espero poder ver pronto.
La jornada comenzaba con la actuación de Samavayo, que estuvieron muy bien. El trío alemán me dejó sensación de haber visto una fusión entre Red Fang, ASG y TheSword. Palabras mayores. Una pena que estuviésemos tan poquita gente por ser la hora que era…
De aquí nos fuimos al mainstage para ver a The Black Wizards, que ya adelanto, no defraudaron. Banda local que se mueve a la perfección por el blues rock y el setenteo. Entre wah-wahs nos íbamos moviendo en compañía de las dos voces y los bajos tan bien dibujados que articulaban cada canción. Tras esta gran actuación, íbamos a disfrutar de otra similar. Era el turno de Deathchant, banda de L.A. en la onda ValientThorr y Red Fang, con cabalgadas muy de heavy clásico y una actitud mega punk. Me divirtieron mucho, como a gran parte de la audiencia.
Cruzábamos el charco para acercarnos a UK, pues era el turno de Psychlona, una banda que dio un concierto de aprobado, buen sonido y buena performance, pero me dieron la sensación de ser una banda más… Lo que no me pasó con Bala, pues las gallegas dieron el show del día. Rabia, sentimiento puro y crudo arrancado de las mismas gargantas de estas dos máquinas de reventar escenarios. Supieron “Agitar” a las masas llevando su actuación a un nivel pocas veces visto ¡A topísimo!
Tras Bala, necesitábamos un descanso y nos apartamos un poco para tomar aire, pero claro, no contábamos con la fuerza de atracción de Mdou Moctar. El excelente compositor de Níger, rodeado de un halo de alegría como si estuviese tocando en el salón de su casa para cuatro amigos, llevó a cabo una de las mejores actuaciones de todo el festival. Resultó increíble ver que siendo tan solo las 18:00h la gente se apilaba, bailaba y cantaba al unísono himnos como “Afrique victime”, que a sabiendas de lo que suponía, agradecemos que alargase hasta verlo convertido en prácticamente una jam.
La sigo tarareando días después… Después de su maravillosa actuación, con sonrisas aún en la cara cambiamos de escenario para ver a The AtomicBitchwax. Los de New Jersey dieron un concierto correcto. Este veterano trío que se mueve por la psicodelia, el rock clásico y los tintes prog, nos entregó una actuación muy familiar, muy de sala y nos sirvieron de antesala para lo que venía.
La situación de repente se tornó surrealista. Estábamos junto al mainstage cuando de repente nos dimos cuenta que teníamos junto a nuestros hombros a Bobby, de Pentagram, visiblemente nervioso buscando a alguien entre el público que portaba “algo” muy valioso para él. Tratamos de averiguar qué era y le ofrecimos nuestra ayuda, pero la gente empezó a darse cuenta de su presencia y en avalancha acudieron para inmortalizar el momento. Todo un personaje, entrañable y excéntrico no dejaba de salir cada pocos minutos pero la cosa no parecía solucionarse, hasta que por fin, apareció su salvadora y se dirigieron al back stage para que diese comienzo su actuación. No sabíamos muy bien qué nos íbamos a encontrar, y la verdad que fue un concierto de impresión. Entre clásicos, Bobby parecía moverse rejuvenecido con un placement de leyenda. No defraudó para nada su voz ni el sonido de la banda. Una de las mejores actuaciones del día la de Pentagram, ayudados por la nostalgia del público y la llegada de la noche.
Nos íbamos a encontrar ahora con una de las sorpresas de la última jornada del SonicBlast, y era la actuación de los griegos 1000mods. Y no digo sorpresa porque no pensase que fuesen a realizar una actuación correcta, sino porque dejaron a todo el público sin palabras. Qué manera de vaciarse sobre el escenario. Una de las performance más enérgicas de todo el festival, que a ritmo de stoner nos dejó sin voz y con las fuerzas ya un poco mermadas. Menos mal, que ahora tocaba relajarse un poco, cerrar los ojos y sentir la propuesta de esta banda ya mítica: My Sleeping Karma. Era mi cuarta vez con los alemanes, y de lejos la que más los he disfrutado sin albergar demasiadas expectativas. Ya sabía lo que iba a ver y no tenía especial ilusión por una más, pero de verdad, esta banda salva cualquier día con esta actitud y su espíritu embriagador. Su característico juego con delays y sus largas intros limpias que se contestan a sí mismas pero con distorsión hicieron la delicia del público, que movió el cuello hasta no poder más. Otros que se merecen un puesto en el podio de esta edición…
Medianoche y llegaban puntuales a la cita: Orange Goblin. De sobra conocida la banda londinense que solo pedía una cosa a través de su frontman Ben Ward: caos. Y así se lo entregó la gente. Un continuo tumulto que no dejaba de oscilar a ambos lados del escenario. La gente estuvo entregadísima y se notaba que había ganas de ver a estos míticos de la escena. Gente continuamente saltando la valla, corriendo al pogo para volver a hacerlo, y así, durante hora y cuarto de fatiga y desenfreno. El “Time travelling blues” tiñó el recinto de naranja para prometer volver, más pronto que tarde, mientras daban pistas sobre su siguiente álbum. Del naranja pasábamos al verde, más oscuro que claro debido a las pocas luces que nos hacían atisbar a nuestros dos Dave favoritos: los estadounidenses Weedeater, acompañados de sus lentos riffs y sus botellas de whiskey. Pasajes infinitos de distorsión tan grave que aveces se pierde. Una experiencia increíble para sus acérrimos y no tanto para otros. Ya quedaba poca gente a esta hora y solo podíamos dejarnos llevar por la inercia de los pesados ritmos de la banda, que dio un espectáculo macarra y sin censura. Todo lo que se esperaba.
El cierre fue muy nostálgico para mí. La banda encargada de dar clausura a la décima edición del festival no era otra que Mr. Miyagi. La banda local es el caos personificado, velocidad extrema y adrenalina para llevar al límite a la gente que aún tenía energía. Decía nostálgico porque hace muchos, muchos años… tuve la suerte de telonearlos un par de veces y son gente extraordinaria que no pensé que fuese a volver a disfrutar en directo. El circlepit fue de impresión e hicieron honor a su himno “Destructionparty”. Espero que la gente se haya recuperado ya pasados unos días.
Para cerrar, haciendo balance de todo lo que vivimos, esta décima edición del SonicBlast fue todo lo que esperábamos. A pesar de atravesar unos meses de bajón por la cancelación del All Them Witches, banda que de lejos era la que más me apetecía del cartel, fui haciendo ejercicio de resiliencia y acabé por olvidarme pensando en el resto de grupos de los que iba a poder disfrutar una vez más. Marcharnos de allí habiendo visto a leyendas como Electric Wizard o Pentagram, bailando con Mdou Moctar, Frankie and theWitchFingers, entrando en aquelarres diurnos y nocturnos con Green Lung y Moura, sudando y dejándonos la voz con Bala y atravesando trances maravillosos con Slift o My Sleeping Karma, son algunas de las sensaciones con las que me quedo y me acompañarán hasta la siguiente edición de este grandioso festival.
Su salto de nivel ha sido notable y visible por toda la gente ya fiel a las ediciones anteriores, y tenemos la seguridad de que el año que viene sabrán perfeccionar las pequeñas cosas que en esta edición se quedaron un poco deslucidas por el cambio y la crecida de afluencia. Quizás una ubicación distinta para los escenarios sería valorable, pues las pruebas de sonido se hacían mientras actuaba otra banda y molestaba mucho al estar ambos mainstage pegados. Algún puesto más de comida sería de agradecer y quizás más zonas de descanso o sombra para poder llevar mejor el día. Como digo, son cosas normales y entendibles con el cambio de localización y la magnitud que ha adquirido el festival en esta nueva edición.
Contamos los días para volver. ¿Qué nos deparará el 2023? Vida lenta, espero.