¿Se imaginan si a una banda de metal progresivo le sacamos la voz y, en su lugar, la guitarra cobra protagonismo? El resultado sería un sonido progresivo multiplicado por un millón, y así es como suena Ritual el disco en solitario de Daniel Garduño. Con poco más que una base rítmica simple como acompañamiento, Garduño hace vibrar su guitarra de forma apasionada y con una técnica digna de aprecio. La guitarra, gran protagonista de este disco, consigue hacerse omnipresente, llenando todos y cada uno de los recovecos en cada tema. No hay vacíos ni sonidos dejados a la imaginación, la ejecución es cuidada, limpia y ordenada, pero también exaltada y, en ocasiones, monótona, atribución que no es de extrañar teniendo en cuenta la inexistente flexibilidad del género que estamos tratando en estas líneas.
El artista mexicano ha dado vida a un disco ligero, fácil de apreciar incluso para los menos entendidos en la materia. Un trabajo sin grandes complicaciones pero bien estructurado y, sin duda, altamente adictivo, en el que Garduño no sólo se ocupa de la guitarra, indiscutible reina de la fiesta, sino que la composición y ejecución de todos y cada uno de los arreglos y bases rítmicas corre por su cuenta. Un aspecto que otorga valor añadido al trabajo, al tratarse de un producto original de su creador casi en su totalidad, con la excepción del tema Dungeons, último de los cortes.
La peculiaridad sin duda más relevante del conjunto de este trabajo es que su creador ha ido con la honestidad por delante, queriendo acompañar el disco con las partituras de los temas que en él se ejecutan, de modo que debemos añadir otro nuevo valor a Ritual: el didáctico. Aspecto que con el desarrollo de las tecnologías es cada vez más sencillo y que juega un papel integrador de cara al receptor, volviéndose así este partícipe en todo momento y en todos los aspectos del sonido que está escuchando.
De este conjunto, podemos apuntar una valoración final positiva e interesante aunque poco innovadora si nos fijamos en los antecedentes conocidos de trabajos instrumentales en el campo del metal progresivo. Una apuesta valiente, de todos modos, en la que el músico realiza un triple esfuerzo, tanto en la composición como en la ejecución, dejando así al descubierto todo su potencial y su esfuerzo. ¡Que nunca falte la música! Ni lxs músicos.